Declaración de la Presidenta de la ISM, Ma Dolors Renau

Más y mejor política. Menos guerra. Pensando en las víctimas americanas y en las mujeres afganas.

Declaración

Queridas compañeras:

Hay que hablar
.

Esta es una carta escrita en unos momentos en los que resulta difícil, no tan solo mantener la serenidad y la razón, sino incluso atreverse a hablar. Y hacerse oír entre poderosas voces que desde el primer momento reclaman más venganza y guerra que respuestas justas y políticas. Y aunque poco a poco otras voces han ido pronunciándose para pedir cordura, sensatez y pensamiento, la dinámica que se acaba de establecer tiende a paralizar el uso de estos instrumentos propios del ser humano que son el pensamiento y la palabra y a favorecer que tan solo se oigan las órdenes, las voces de mando, en un mensaje simple que nos dice: el que no está conmigo está contra mí.

Y sin embargo ahora más que nunca todas las voces deben ser oídas. Las guerras afectan cada vez más a toda la ciudadanía y esta debe pronunciarse con claridad porque las consecuencias de las decisiones que unos pocos van a tomar van a afectar a toda la humanidad.

Deseo deciros, compañeras y amigas, que no podemos mantenernos en un segundo plano silencioso e invisible, tan silencioso e invisible como las mujeres del Afganistán que desde hace años son las primeras víctimas de la más cruel de las guerras. Lo que esta ocurriendo es cosa de todos y de todas. Nuestro también, aunque las mujeres raramente podamos participar en las decisiones políticas, estemos ausentes de los núcleos de poder y sigamos siendo invisibles para los poderosos. Y, sin embargo, grupos de mujeres han realizado enormes esfuerzos para que estos escucharan una voz distinta. Ahí están las Mujeres de Negro en Israel y Palestina, en Bosnia y Serbia. Ahí están las actividades y llamadas del grupo Jerusalén de mujeres palestinas e israelíes que conjuntamente piden el cese de la guerra, mientras reivindican la posibilidad de convivencia y la voluntad de las madres de que sus hijos no tengan que matar o ser víctimas de la violencia. Ahí esta la experiencia de tantas mujeres Latinoamericanas que han vivido la guerra y en ellas han aprendido a valorar sus grandes costes. Ahí el trabajo de las mujeres Africanas durante los innumerables conflictos soportando con su esfuerzo la continuidad de vidas destrozadas. Y los grupos de mujeres del Norte de Africa que luchan contra el militarismo y el integrismo. Nadie parece hacerles caso. Y ahora cuanto más alto suena el barullo bélico, mas quedas suenan sus voces y más invisibles resultamos todas.
Pero no debemos refugiarnos en un sentimiento de impotencia. Debemos mirar de cara la situación presente y como ciudadanas de pleno derecho, como seres humanos femeninos, intentar estar presente en todos los debates, proponer acciones, introducir cordura, dialogar. En definitiva tal como las mujeres socialistas hemos hecho siempre, trabajar por la paz.

Condenemos los atentados integristas y exijamos justicia.
Los brutales atentados cometidos contra el pueblo norteamericano, el día 11 de septiembre de 2001, nos repugnan profundamente y merecen toda nuestra condena. Vulneran los más elementales derechos humanos. Nos solidarizamos con el dolor de las víctimas y del pueblo americano que tanto sufre en estos momentos.

Las mujeres socialistas luchamos por la paz.
Las mujeres socialistas hemos trabajado intensamente en los últimos años para impulsar en nuestras organizaciones y en las sociedades, la cultura de la paz, la lucha contra la desigualdad, el rechazo a la violencia tal y como muestran nuestras Resoluciones de Congresos y Burós, nuestros Seminarios y Encuentros Regionales realizados en todas partes del mundo con mujeres de todas las etnias, culturas y religiones, unidas todas por una firme voluntad de construir un mundo más justo para todos los seres humanos. Hemos analizado los costes de las guerras, no solo en términos económicos sino también en términos humanos, educativos y de futuro. Nos hemos pronunciado siempre contra cualquier tipo de fundamentalismo cuyas primeras víctimas son siempre y en todas partes, las mujeres.

Tristemente la actual situación muestra a las claras la urgente necesidad de redoblar los esfuerzos mientras constatamos, una vez más, nuestra ausencia en los lugares de decisión.

No permitamos que se militarice la vida
Como seres humanos, como mujeres políticas decimos que hay que evitar a toda costa militarizar la vida colectiva. Hay que evitar militarizar el pensamiento, las actitudes y las respuestas, que pueden conducirnos a un juego dual de «buenos y malos», del «bien contra el mal» en una espiral que no hace mas que aumentar el dolor, generar mas deseos de venganza y potenciar la voluntad de destrucción y autodestrucción

La guerra constituye siempre el gran fracaso de la política.

Queremos más y mejor política. Más y no menos política. Y una política que haga honor a la dignidad de su misión. Que prime los intereses de la colectividad por encima de los personales. Que ponga, de verdad, al ser humano en el centro de sus objetivos.

Una respuesta justa
Queremos que se haga justicia, con el empleo de todos los medios legítimos de los que disponen los estados democráticos y los Organismos Internacionales. Como mujeres socialistas y por respeto a los derechos humanos de todos los ciudadanos y ciudadanas de este planeta, exigimos mesura, razón y templanza en las respuestas a fin de que éstas no resulten en una descarga vengativa que multiplique de forma exponencial las víctimas inocentes de otras partes de la tierra e intensifique la violencia desatada por los integristas.
Hagamos una política que sea capaz de analizar las causas de este conflicto brutal. Política que utilice adecuadamente los Organismos Internacionales existentes y cree otros nuevos. Exijamos medidas que permitan perseguir al terrorismo dentro de los recursos legales de los estados. Potenciemos la creación de Tribunales Internacionales para el Terrorismo.

En las Relaciones Internacionales exijamos más y mejor política y menos intereses económicos inmediatos, de forma que la globalización no represente un aumento de las desigualdades ni agrande las distancias entre culturas y religiones.

Trabajemos por una política internacional que fomente la democracia en todas partes del mundo para que los integrismos, y fanatismos no hallen un terreno abonado para su crecimiento. Hagamos causa común con la profundización y extensión de las democracias y dentro de ellas la implantación de una cultura que prepare a los ciudadanos para la tolerancia, el respeto a las diferencias de modo que estas no se conviertan en desigualdades.

Exijamos y construyamos una política participativa capaz de escuchar con atención y dar respuesta más allá de los momentos puntuales de votar, las voces, necesidades, ansias y riegos por los que atraviesan nuestras complejas sociedades.

Y que establezca puentes de cooperación y solidaridad con aquellas zonas de la tierra que sufren las consecuencias de un desarrollo mundial desequilibrado e injusto. Pueblos que pierden la esperanza.

Reclamemos que se cumpla la primera de las reglas de toda democracia: que los derechos de las mujeres sean derechos humanos.

Exijamos políticas que no dejen al margen a las mujeres de forma que estas gocen de las mismas oportunidades que los varones en toda la tierra. Las mujeres no podemos ni queremos quedar al margen, en silencio, invisibles y ausentes de los lugares donde se juega el destino colectivo Sobretodo en estos momentos de riesgo donde se manifiesta la incapacidad política para detener la espiral de violencia que afecta a toda la ciudadanía. Nuestro silencio evidencia la existencia de un déficit democrático que empobrece la vida colectiva y causa graves pérdidas a la sociedad.

Hay que dar voz a la mitad silenciosa de la población.
Porque es una voz humana que sabe mucho de dar, preservar y cuidar la vida, de luchar valientemente por la subsistencia, de negociar y pactar.

Hagamos una política que ponga, de verdad al ser humano y sus derechos en el centro de sus objetivos: Un ser humano que es hombre y es mujer.

¿Que hacer?
Estamos éticamente obligadas a actuar.
Cada una desde su lugar puede y debe intentar que prevalezca la cordura.
A título indicativo os sugiero algunas actividades que podemos llevar a cabo en nuestras organizaciones y en nuestros países.

1. Retomad nuestras Resoluciones sobre la Paz, sobre la Cultura de la Paz sobre la Globalización y sus consecuencias. Hacedlas llegar a vuestras Organizaciones, al Partido, a los Gobernantes, a las ONG, a los, a los grupos de jóvenes.

2. Cread comisiones, grupos de trabajo en vuestros partidos a fin de que se realice un seguimiento exhaustivo de las decisiones que se toman. Evitad el olvido o la negligencia.

3. Intentad que los Ayuntamientos e Instituciones tomen acuerdos consensuados sobre la necesidad de buscar mecanismos de paz y de dialogo.

4. Estableced contactos permanentes, plataformas de encuentro con todas las ONG, Universidades y personas que comparten nuestras preocupaciones para poner en marcha acciones de sensibilización sobre la necesidad de utilizar la razón y no aumentar los sufrimientos.

5. Colaborad u organizad sistemas de ayuda solidaria y de comunicación con las mujeres afganas que desde hace tiempo están trabajando en la oposición al fundamentalismo así como con aquellas que viven en la región de conflicto.

6. Estableced contactos con mujeres americanas que luchen por la no militarización de la respuesta y hacedles llegar nuestro apoyo en la tarea y nuestra voluntad de aunar esfuerzos.

7. Entrad en contacto con todas las personas y organismos que en cualquier parte del mundo trabajan por la paz.

8. Trabajad para socorrer a las víctimas de los desplazamientos, los refugiados.

9. Exigid a los compañeros que están en los Gobiernos, en las Administraciones sensatez en sus decisiones, valoración de los costes de las mismas y una actitud respetuosa hacia los derechos humanos.

10. Intentad que nuestro mensaje sea conocido por los medios de comunicación y tenga la máxima difusión.

Compañeras: tenemos poco poder político. Pero por suerte tenemos la razón y la palabra. Y toda la legitimidad que nos viene de ser seres humanos femeninos que pertenecemos a una organización centenaria que lucha por la libertad, la justicia y la igualdad de los seres humanos, mujeres y hombres.

 

Barcelona, 24 de septiembre del 2001.